A los apasionados de la psicología y el cine en animación en 3D nos han puesto en bandeja la película “Del Revés”, de Disney Pixar. Una idea original y brillante que tiene mi aplauso y felicitación. En estos momentos, hay un boom en la animación, se están haciendo películas con buen argumento y muchos matices que están teniendo gran acogida.
“Del Revés” parte de una idea inicial de Pete Docter, quien dirige la película junto a Ronnie del Carmen, bajo la producción de Jonas Rivera. Docter observó cambios en la personalidad de su hija pre-adolescente, debido a la pérdida de la infancia, y así arrancó el argumento. Fruto de cinco años de trabajo, de estudiar e indagar con la ayuda de psicólogos y neurólogos, como Paul Eckman o Dacher Keltner, profesor de Psicología de la Universidad de California.
¿Quién no ha visto “Toy Story”, “Up”, “Monstruos, S.A”, “Buscando a Nemo” o “Wall-E”?, también, de la factoría Disney Pixar. Películas con sentimientos y alma, para todos los públicos y edades.
Soy muy fan del cine de animación en 3D, por lo que recientemente también he visto Los Minions, de DreamWorks, pero me parece un argumento pensado para un público más infantil. En la película “Del Revés o Inside Out” hacemos un viaje al interior de la mente, buceamos dentro de nosotros mismos y descubrimos el proceso de construcción de nuestra personalidad. Se pueden ver las emociones en las mentes de los personajes.
Aprendemos algunos de los mecanismos para construir una personalidad sólida y equilibrada. La vida es un viaje lleno de obstáculos y desafíos, con caminos largos y otros cortos que sirven de atajo. Te das cuenta que hay un tiempo para pasar duelos, pero hay que intentar ser positivo y todo se puede mejorar. La vida te da nuevas oportunidades y hay que saber aprovecharlas.
En “Del Reves” se incide mucho en los Recuerdos esenciales, pero siempre hay algún mecanismo que escapa de nuestra conciencia, ya que la mente subconsciente (pesadillas-miedos) siempre está ahí rondándonos.
La niña protagonista, Riley, de 11 años, tiene cinco emociones representadas con personajes de dibujos que conviven en un Cuartel General. He aprendido con esta película que se necesitan las unas de las otras para contribuir a nuestra supervivencia: la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, el asco o desagrado, y algunas más.
“Alegría” es una estrella, “Tristeza”, una gota de agua, “Miedo”, un nervio al descubierto, “Ira”, un ladrillo de construcción y “Desagrado”, una ramita de brócoli. Una paleta de colores en las emociones.
La alegría y la tristeza son dos realidades íntimamente unidas y útiles mutuamente. Me recuerdan a la figura de mi madre y mi padre, respectivamente, que en paz descansen.
Los apegos son otro de los aspectos que me ha llamado la atención. Esta niña pierde la alegría cuando cambia de ciudad, de amistades… de su hábitat. Hay que adaptarse al entorno y crear nuevos pensamientos; mandar a la basura o al olvido algunos recuerdos. Abrir puertas a las nuevas etapas de la vida. A medida que el tiempo avanza vamos quemando etapas y dejando cosas atrás.
Se menciona también un elemento que veo impregnado en algunas personas de mi entorno: el filtro de la distorsión de la realidad. Personas que pretenden hacer creer a los demás que viven siempre felices y están encima de una nube. Parece que han nacido con el don de la “falsa felicidad”. No se puede vivir feliz siempre, hay momentos buenos y otros menos buenos, regulares y pésimos. Lo importante es levantarse y seguir adelante con optimismo. Hay que caerse siete veces y levantarse ocho.
En la película hay islas, facetas de la personalidad: la familia, las payasadas, la amistad, la sinceridad, el hockey, hasta cinco, en el caso de Riley, pero hay muchas más. Cuando todas se desmoronan como un efecto bucle nos vemos inmersos en una depresión. A veces, vemos la vida al “revés” y boca abajo porque todo se desvanece a nuestro alrededor.
Es una película muy densa y difícil de explicar. Se desarrolla en la mente de una niña, Riley Anderson, que es el Cuartel General, donde viven cinco de sus emociones (Alegría, Tristeza, Miedo, Asco e Ira) y a través de una consola de control, como la de una Play (pero con más botones), guían las acciones de la niña para superar los problemas del día a día.
Los recuerdos más importantes, conocidos como «Recuerdos esenciales», se encuentran en el Cuartel General y son las fuentes de cinco «islas», que reflejan diferentes aspectos de la personalidad de Riley.
Los nuevos recuerdos se recogen en esferas de colores y son la Memoria a Largo Plazo, un área gigantesca de almacenamiento con aspecto de piscinas o parques de bolas.
Así comienza la película: Riley ha nacido en Minnesota y tiene 11 años, su familia se traslada a San Francisco porque su padre consigue un nuevo trabajo. Esto le provoca un caos emocional. La niña pasa de ser alegre y vital a triste y alicaída.
En el primer día de colegio Riley accidentalmente experimenta la “tristeza”, lo que le crea un nuevo pensamiento central triste. Y Alegría, la emoción más importante en Riley, se hace líder del grupo para mantener a la niña en un estado de felicidad.
Alegría y Tristeza involuntariamente son expulsadas del Cuartel General a través del tubo de memoria llevándose algunos de sus recuerdos clave. Viajan por el “tren del pensamiento” para poder regresar al Cuartel General.
Mientras tanto, el resto de emociones que se han quedado al mando en el Cuartel General (Miedo, Asco e Ira) tratan de mantener el estado emocional de Riley, pero causan una conducta inadecuada y extraña en Riley: la niña movida por la ira decide huir a su antigua ciudad, Minnesota. Esto no soluciona el problema, hay que enfrentarse a lo que nos causa malestar en vez de escapar.
Riley se encuentra con un derrumbamiento emocional que deja bloqueada la mesa de control y como consecuencia de ello, las islas de personalidad se desmoronan una a una, como un efecto dominó, y caen al basurero mental, donde los recuerdos que no son útiles son finalmente olvidados, incluido Bing Bong, el amigo imaginario de Riley de la infancia. Sí, aparecen los “olvidadores”: su función es aspirar aquellos recuerdos que no son importantes.
Dentro del cerebro hay un cuarto abstracto. La distancia psicológica puede ayudar a controlar las emociones, a este mecanismo se le denomina el pensamiento abstracto: ver las cosas desde otra perspectiva, alejada de las situaciones, más allá de uno mismo.
Yo atribuyo al lenguaje abstracto a quien habla y se comunica consigo mismo y no se hace entender con el resto. En resumen, «que no hay comunicación posible».
Otros rincones de la memoria son “Imaginalandia” y Producciones de Ensueño.
Alegría quiere volver al Cuartel General sin Tristeza hasta que se da cuenta que sin ésta no puede lograr que Riley regrese a su nueva casa. La alegría y la tristeza son complementarias, se equilibran y actúan juntas. Un recuerdo triste doloroso o un fracaso puede pasar a ser feliz. Esta es la función de tristeza. Además, ser feliz y estar a veces triste es totalmente compatible. Todos pasamos por momentos bajos de ánimo, la tristeza, la desilusión o la apatía son algo normal, pero cuando son algo continuo y persistente, entonces es cuando es preocupante.
En mi opinión, un aspecto importante de la película es que la Alegría y Tristeza van juntas. Ambas crean un nuevo pensamiento central que construye una nueva isla de personalidad.
Así finaliza la película: Después de un año, Riley se ha adaptado a su nuevo entorno. Sus emociones están trabajando conjuntamente con una mesa de control mayor y velan por su felicidad, con nuevas islas de personalidad producidas por nuevos pensamientos, que se presentan como una adaptación o ajuste al entorno.
Las personas somos seres emocionales, actuamos y tomamos decisiones influenciadas por las emociones, según nuestro estado de ánimo. Ser conscientes de ello nos ayuda a tomar el control de nuestra propia vida y construir nuestra felicidad sin dejar que las emociones y los sentimientos nos superen. Aprender a gestionar las emociones, controlarlas no reprimirlas, lo que se denomina el “autocontrol”, es algo que genera muchos beneficios.
Hay quienes se ahogan en una gota de agua mientras que otros flotan. Hay quienes se hunden en las adversidades mientras que otros se crecen y se hacen más fuertes. Hay quienes malviven con los malos recuerdos del pasado en forma de demonios despiadados o malas hierbas que siempre crecen y están ahí. La vida puede convertirse en un infierno para ellos y para su entorno. Y quienes sobreviven, gracias a la esperanza; es cuestión de tener ilusiones y motivaciones.
Se trata de encontrar un equilibrio entre todas las emociones. En algunas personas sobresale la alegría o la tristeza por encima del resto. Conozco a personas llenas de miedo que no actúan ni avanzan en su vida en diferentes aspectos (trabajo, amor…), no dan un paso adelante y se quedan estancadas en su zona de “confort”. Es mejor afrontar riesgos que no hacer nada.
También, he conocido a personas que han sufrido grandes tragedias y, por tanto, han estado hundidas por la tristeza, pero no han sabido cómo salir.
Y qué decir de las personas que les gobierna la ira, la furia sin control… que reaccionan con llantos, portazos y golpes. Y pueden incluso cometer agresiones físicas y crímenes por la ira.
Esta ha sido, al menos, la impresión que me ha causado esta película. Cada espectador, por supuesto, hará su propio análisis personal. Además, me ha hecho reflexionar sobre la complejidad del cerebro y me parece muy didáctica para conocer la forma de actuar del ser humano: niño o adulto. Hay muchos aspectos en la mente no resueltos, inquietantes, desconocidos y difícilmente accesibles. El subconsciente: un desafío para los psiquiatras, psicólogos y demás expertos.
Una película que no puedes perderte este verano.