Es de destacar una exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza que te podrá entusiasmar o no, pero te aseguro que no te dejará indiferente. Unas 80 sorprendentes obras del autor del emblemático cuadro de “El grito” se podrán ver en el museo Thyssen hasta el 17 de enero de 2016. ¿De quién estamos hablando? Sin lugar a dudas, del artista noruego Edvar Munch.
Una exposición con obras que hasta ahora no se han visto en España, la mitad son obras procedentes del Museo Munch de Oslo, y el resto pertenecen a otras instituciones europeas y norteamericanas: el Kunsthaus (Zúrich), el Kunstmuseum (Basilea), la Tate Modern (Londres), el MoMA (Nueva York) o la National Gallery (Washington), y a algunas colecciones internacionales, incluida la del Museo Thyssen, único museo en España con obras de Munch.
Se trata de la primera exposición dedicada a Munch en Madrid desde 1984, por lo que ha generado gran expectación y sus consiguientes colas. Hay pinturas que me han emocionado y han tocado mi sensibilidad, sobre todo cuando aborda la enfermedad y la muerte, por su intensa carga emocional.
Estamos hablando de Edvard Munch, uno de los padres del expresionismo junto a Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh, en las primeras décadas del siglo XX.
Hablar de Munch es evocar a “El grito” (1893) su obra maestra, un cuadro que tiene distintas versiones. La más famosa está en la Nasjonalgalleriet (Oslo), las otras tres se exponen en el Museo de Munch y la cuarta está en manos privadas. Lo curioso es que en esta exposición solo ves una maravillosa litografía en blanco y negro de “El grito» (1895) que permitió imprimir la archifamosa figura en revistas y periódicos de la época.
En “El grito” pinta una cabeza en forma de calavera que se tapa los oídos con las manos porque no soporta el ruido ensordecedor de su propia realidad. Observamos una figura angustiada que nos transmite inquietud. Angustia por la soledad y desesperación por no encontrar un sentido a la vida. Lo imagino como un grito de terror a la vez que de liberación.
El pintor, que murió en 1944 a los 81 años, no llegó a ser consciente de la popularidad de “El grito” que se ha reproducido incontables veces en cuadros, en prendas de ropa y complementos de moda, todo un merchardising, como veis en las siguientes imágenes.
Incluso los adversarios políticos de la reelección del presidente estadounidense George W. Bush, durante la campaña para la elección presidencial de 2004, usaron la imagen de “El grito” en camisetas con la inscripción «¿Bush de nuevo?»
Hasta Homer Simpson en uno de sus momentos graciosos emula «El grito», es para reírse… ¡qué nunca falte el humor en este blog!
La Naturaleza nos habla por sí sola y también grita. Me he quedado sorprendida por la imagen de «El grito» que apareció en un tocón de árbol en Lillehammer, una pequeña ciudad del interior de Noruega (2014). ¡Increíble!
Los robos de las piezas valiosas tampoco faltan hoy en día.
En 1994, “El grito” de la Galería Nacional de Oslo fue robado en pleno día por una banda de ladrones que dejaron esta nota: «Gracias por la falta de seguridad». Los ladrones solicitaron al gobierno noruego un millón de dólares estadounidenses a cambio del cuadro. El gobierno rechazó la oferta y meses después el cuadro fue recuperado gracias a una acción conjunta entre la policía noruega, Scotland Yard y el Museo J.Paul Getty.
Diez años después, la versión de “El grito” expuesta en el Museo Munch fue robada a mano armada por tres hombres enmascarados, junto con su impactante “Madonna”. Los dos cuadros fueron recuperados por la policía noruega, dos años después de su robo. Sin embargo, el daño hecho a esta versión de «El grito» ha sido irreparable debido a un grave problema de humedad en la pintura.
Esta exposición se la recomiendo a todo el mundo y, en especial, a todos los profesionales de la psiquiatría, psicólogos y expertos de ese ámbito. Las obras de Munch nacen de la inspiración en la enfermedad, muerte, angustia y desamor, en sus propios problemas. Es lógico que todos esos males nos hagan sufrir, aunque dicen que uno “sólo es herido por sí mismo” debido a que podemos reforzar y alentar ese daño con nuestra actitud.
En “El grito” vemos un reflejo del horror del ser humano, así lo describe él mismo:
“Paseaba por un sendero con dos amigos –el Sol se puso– de repente el Cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio –sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad– mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la Naturaleza”.
Pero Edvar Munch es mucho más que «El grito» como podemos comprobar en la exposición que nos muestra el Thyssen. Munch sufrió en su niñez la pérdida de su madre y de su hermana, víctimas de la tuberculosis, y el consiguiente dolor le acompañará durante su vida. En este contexto dramático se encuentran las obras «El beso» (1892) o «La cámara de muerte» (1894), ambas en la Nasjonalgalleriet de Oslo.
En su obra todo es autobiográfico. Pintaba sus propias experiencias: la muerte de su hermana, el desamor por su ruptura sentimental con Tulla Larsen, sus paisajes cotidianos, su casa… los cuadros son realidades autónomas e independientes.
«Atardecer»
Primera observación: Dentro del expresionismo Munch tiene un estilo muy personal, basado en usar la línea para acentuar la expresividad; reducir las formas a simples esquemas; utilizar técnicas experimentales de grabado y el uso del color de manera simbólica. De ahí, su clasificación como pintor simbolista.
Segunda observación: En sus primeras pinturas vemos la influencia de los impresionistas, como Gauguin y Van Gogh, pero seguidamente se decantó por expresar los sentimientos y obsesiones humanas, como la angustia y soledad. Es decir, de simbolista (postimpresionismo) pasó a ser expresionista.
«Pubertad»
Y tercera observación: En general Munch pintaba varias versiones de todas sus obras, de ahí el título de “Arquetipos” (repeticiones) que da título a la exposición del Museo Thyssen.
Recordamos que expresionismo fue una corriente artística surgida en Alemania a principios del siglo XX que siente la necesidad de expresar los sentimientos y las emociones del artista frente a la realidad visible. El artista expresionista lo que busca es generar un impacto emocional en el espectador.
De este modo, los pintores expresionistas utilizan colores fuertes; distorsionan las formas y los rostros aparecen desfigurados con una expresión triste. Además, los cuadros expresionistas se caracterizan por tener una fuerte carga de crítica y de agresividad.
Con respecto al arte expresionista, Gombrich afirma que los expresionistas sintieron intensamente el dolor y sufrimiento humano.
La pregunta que a Munch desde su infancia le asalta es la siguiente: «¿para qué nacemos?». Su vida fue una auténtica lucha contra sus miedos y problemas de fondo que le llevaron al abuso de alcohol. Mientras recorremos la exposición percibimos las obsesiones existenciales de Munch, típicas del hombre contemporáneo: amor, deseo, celos, enfermedad o muerte, y estados de ánimo como soledad o melancolía.
A Munch le interesa lo que se puede ver por el instinto, con los ojos del corazón, y no a través de la vista.
La exposición está dividida en nueve secciones con diferentes escenarios, como la costa, la habitación del enfermo, el abismo, la habitación verde, el bosque, la noche o el estudio del artista; y en cada una de ellas conviven las obras más jóvenes con las versiones tardías.
Melancolía
Muerte:
“Enfermedad, locura y muerte fueron los ángeles negros que velaron mi cuna”, dijo Edvard Munch que, a pesar de ello consideraba el desmoronamiento físico y mental como un estado en que la imaginación estética y la creatividad fluía y podía ser más fértil que nunca.
«Niña enferma»
El cuadro de «La niña enferma» y sus múltiples variaciones son la personificación del sentimiento existencial de miedo a la muerte.
Agonía
«Muerte en la alcoba»: El motivo se basa en el recuerdo de la muerte de su hermana Sophie y toda la familia de Munch está representada en el cuadro, incluido él.
Pánico:
En paralelo a las innovaciones tecnológicas de la segunda mitad del siglo XIX el hombre moderno sentía la ciudad como un lugar adverso que provocaba experiencias negativas: angustia, ansiedad e incertidumbre.
Así nos lo muestra Munch en la sala dedicada al pánico, cuya obra más representativa es «El grito».
Aunque no ha viajado «El grito» (1893) al Thyssen, como he comentado antes, sí podemos ver una versión litográfica que contiene todos los elementos de angustia existencial de la obra original.
Mujer
En la sala dedicada a la mujer vemos arquetipos contrapuestos que se repetirán a lo largo de toda su obra: la mujer frágil e idealizada (femme fragile) y demonizada (femme fatale).
«La voz» (1894), unas obras con las que Munch logró establecer como nadie el paradigma del despertar de la sexualidad en la mujer, creando un modelo que imitarían más tarde artistas como Schiele, Kirchner o Picasso.
Melodrama:
El teatro de Ibsen y de Strindberg influyó en la composición de algunas pinturas del artista noruego, como en la serie «La habitación verde». Los personajes parecen estar en un pequeño escenario, convertidos en actores con expresiones de dolor o introspección.
Amor:
En la sala dedicada al Amor vemos distintas versiones de «El beso», desde una pareja besándose con pasión junto a una ventana hasta la total simbiosis de los amantes.
Las versiones de «Mujer vampiro» aparece la sensualidad perversa, con esa figura desnuda abrazando a su víctima, un hombre al que absorbe toda la energía vital. El beso aquí se convierte en mordisco y en símbolo de posesión física y psicológica.
Para él y su amigo Strindberg, la experiencia del amor estimula sentimientos de celos, angustia, incertidumbre o desesperación.
Nocturnos:
En «Bajo las estrellas» (1900-1905), los amantes se abrazan en una oscura noche estrellada en la que flotan las sombras.
En 1908, tras vivir una turbulenta relación amorosa, los problemas nerviosos del artista agravados por los efectos del alcoholismo, le obligan a permanecer internado varios meses en una clínica psiquiátrica en Copenhague. Una vez restablecido regresa a Noruega en 1909 e inicia una nueva etapa con una nueva vitalidad.
Así es, en las últimas salas vemos a un Munch con más luz y vitalismo. Después de toda oscuridad hay luz.
Vitalismo:
En la penúltima sala el tema central es «El Sol», un amanecer en el fiordo, como un símbolo de la energía desbordante y vitalizadora de la existencia. En mi opinión, en esta etapa raya el misticismo.
«Las niñas en el puente» (1933-1935) son buena muestra de esta nueva faceta creadora. En muchas de estas composiciones aparece la imagen del árbol, que se convierten en expresión de fuerza vital.
Desnudos:
La exposición finaliza con los desnudos de Munch: figuras aisladas en las que prioriza la belleza sensual del cuerpo frente a las emociones.
«Madonna» es un espectacular y sensual desnudo femenino, pero los ojos son casi cuencas cadavéricas que simbolizan la muerte.
«Madonna»
Por otro lado, en las décadas finales de su carrera se interesó también por el tema clásico del artista y la modelo, que pinta en su estudio de Ekerly, donde se instala en 1916. En su etapa de madurez Munch pinta con gran libertad y energía vital.
En 1940 realiza su último autorretrato, “Entre el reloj y la cama” (Museo Munch de Oslo). Munch continuó creando hasta su muerte en 1944.
Muchas de sus pinturas que tienen más de medio siglo de vida cobran más actualidad que nunca en estos momentos difíciles que estamos viviendo. Vemos personas poseídas por el estupor y el horror de la realidad existente. El grito desgarrador de Munch se hace presente en todos nosotros. Un grito impactante. Sobran las palabras.
“El arte surge de la compulsión del ser humano de comunicarse”
Edvar Munch
Muchas gracias Celia, ¡¡¡¡FELICIDADES!!!! fantástico: Much en el Thyssen. Eres una crak. Estoy deseosa de ver tu próximo trabajo. Un fuerte abrazo.
Muchas gracias a ti Eugenia. Como podrás observar, «El grito» de Munch refleja la realidad que estamos viviendo de horror, ya me entiendes… Un abrazo grande también para ti.
Excelente pintor Munch. Me hice traer el catájogo de la exposición por un amigo de Madrid. La época gloriosa del arte moderno a mi entender. De la misma época te paso una exposición que tenemos actualmente en Barcelona a la que hago referencia en mi blog.
http://www.gmarticeballosart.com/2015/11/el-triunfo-del-color-de-van-gogh-a-matisse/
Un abrazo y felicidades por tu post.
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