Detenida un momento en la nota de prensa que me ha llegado del Museo Thyssen: “El Museo Thyssen-Bornemisza presenta en febrero una exposición dedicada al pintor belga Paul Delvaux (1897-1994)”. El título de la muestra es especialmente significativo para mí en estos momentos: «Paul Delvaux. Paseo por el Amor y por la Muerte». Siento que un agradable escalofrío recorre mi cuerpo.
Si en el anterior post hablé del Amor ahora quiero hablar de la muerte, de las pérdidas, los duelos… frente al erotismo. “La muerte llegará, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie», dice el escritor argentino Jorge Bucay, quien añade que «cada vez que algo se va, deja lugar a lo que sigue». Y nosotros decimos: “Vale, pero cuanto más tarde llegue la figura de la muerte, con cualquiera de sus trajes, mejor”.
Paul Delvaux, un artista en el que la mujer y la muerte son dos ejes diferentes de interés en su obra.
Hace algo más de una semana perdí a mi padre y hace algo más de tres años a mi madre. Cuando pierdes a tus seres queridos percibes un vacío, sensación de soledad y una gran nostalgia y melancolía. Al menos en mi caso. No hay nada que nos pueda doler más. Cada uno pasa el duelo de forma diferente, pero verdaderamente se necesita tiempo para recuperarse. Creo que hay que seguir con nuestras vidas y disfrutar de lo que tenemos y los que tenemos a nuestro lado.
Nuestros seres queridos fallecidos han iniciado un largo viaje, sin regreso, y esto no es un adiós para siempre, sino un “hasta pronto” para aquellos que creemos que la vida se transforma y continúa más allá.
Tras esta reflexión, que no he podido evitar, como decía al arrancar el post, el Museo Thyssen muestra, desde el 24 de febrero hasta el 7 de junio, una exposición dedicada al pintor belga Paul Delvaux (1897-1994), realizada en colaboración con el Musée d’Ixelles y comisariada por Laura Neve, su agregada científica.
Surrealismo oniríco, misterio, fantasía… Desnudos femeninos en una atmósfera mágica cargada de erotismo, como lenguaje vital. Y es que a Paul Delvaux le gustaba pintar mujeres desnudas y como contrapunto un hombre vestido con un traje negro. ¿Sería un autorretrato del propio artista?
“Viví dentro de todos mis cuadros mientras los peinaba”, esta frase de Paul Delvaux me hace pensar eso.
Frente a la muerte está el erotismo que sobrevive a todo. Es transgresor, atrevido y provocador, indispensable en el cine, la literatura y el arte. Un tema que fascina a muchos artistas y lo han hecho como principal protagonista de su obra.
Hace poco en un curso de creación creativa que estoy realizando, el escritor murciano Jerónimo Tristante, autor de las novelas “Víctor Ros”, que han sido adaptadas a una serie de televisión -emitida en TVE-, comentaba que los directivos pedían sexo, erotismo, cuando es escaso; resulta como indispensable para que haya más audiencia.
Asimismo, una psiquiatra en una charla a la que asistí recientemente nos recordó que dos son los motores del mundo: el sexo y la muerte.
La muestra de Paul Delvaux que se puede ver en el Thyssen hace un recorrido temático a más de medio centenar de obras procedentes de colecciones públicas y privadas de Bélgica, con especial mención a la de Nicole y Pierre Ghêne.
Cautivado por la obra de Delvaux desde 1962, Pierre Ghêne inició su colección a principios de la década de 1970 y desde entonces ha adquirido centenares de obras, de las cuales, la mayoría, se encuentran en el Musée d’Ixelles.
Neoimpresionista y expresionista en sus comienzos, influenciado por René Magritte y E.L.T. Mesens, con el tiempo se inclinó hacia un surrealismo clásico. Paul Delvaux, en los años 30, fue uno de los artistas más representativos de este movimiento. El surrealismo representa para él el espíritu de la libertad y lo erótico está permanentemente presente en su obra. Explora temas tabú como el lesbianismo. Un arte que se dirige a la psiquiatría.
Paul Delvaux, un niño que leía ciencia ficción, a Julio Verne: “Veinte mil leguas de viaje submarino” y a Homero: La Iliada. Sus fuentes de inspiración son: elementos arquitectónicos clásicos, ruinas, paisajes urbanos de estaciones de trenes, asociados al viaje; mujeres de belleza clásica, hiératicas, generalmente desnudas, sin olvidarnos de los esqueletos vivientes.
A veces la muerte, en forma de esqueleto, camina al lado del personaje, o simplemente está ahí al acecho y guarda el sueño de La Venus dormida. La mujer y la muerte, dos constantes principales en la obra del artista belga, que expresan que lo bello perece y solo es un esplendor fugaz.
El dramaturgo y poeta español Calderón de la Barca decía: “Soy un hombre desdichado que por quererme guardar de la muerte, la busqué. Huyendo de ella, topé con ella, pues no hay lugar para la muerte secreto.”
Delvaux, murió a los 96 años en la ciudad belga de Veurne. Nos ha dejado su inquietante mundo de silencios, enigmas y misterios. Escenas imposibles, oníricas y oscuras, almas que parten en un viaje solitario, miradas veladas, caminantes que andan en un sentido opuesto a ninguna parte, espejos, árboles… un mundo insólito, un universo de “realismo mágico” donde manda el deseo.
Me ha sorprendido saber que algunas de sus composiciones son de inspiración religiosa.
Estos paisajes desolados y lugares de otros tiempos evocan la admiración de Delvaux por los espacios metafísicos e imaginarios de Giorgio de Chirico (Vólos, Grecia, 1888–Roma, 1978). También, en la pintura de Delvaux, como en la del italiano, se advierte la ausencia de tiempo o un instante detenido, que hace “inviable” el diálogo entre los personajes.
La obra que ahora exhibe el Museo Thyssen aborda los cinco grandes temas que a Delvaux le fascinaban desde el punto de vista del amor y la muerte: el primer tema la Venus yacente, un motivo recurrente en su obra que remite a su amor incondicional por la mujer.
El doble (parejas y espejos), el tema de la seducción y la relación con el otro -el alter ego-, es el segundo tema.
El tercer tema: las Arquitecturas, omnipresentes en su producción, en especial de la Antigüedad clásica pero también de la localidad de Watermael-Boitsfort (Bruselas, Bélgica), donde reside.
Por otra parte, las Estaciones y trenes –esenciales en la construcción de su personalidad pictórica- son el cuarto tema.
Y, finalmente, el quinto tema: El armazón de la vida, que manifiesta su fascinación por los esqueletos, que sustituyen a los seres humanos en sus actividades cotidianas.
Con Delvaux hemos visto el erotismo enfrentado a la muerte hasta que en algunas escenas ambos se encuentran, se estrechan y se funden.
Conferencias
Cabe destacar que Guillermo Solana, director artístico del Museo, presentará en un ciclo de conferencias a cinco artistas surrealistas presentes en las Colecciones Thyssen-Bornemisza: Max Ernst, Yves Tanguy, René Magritte, y Salvador Dalí, reservando la última sesión a Paul Delvaux.
Las conferencias tendrán lugar los jueves, entre los meses de marzo y abril, de 17.30 a 18.30 horas, en el salón de actos del Museo. El acceso será libre hasta completar el aforo.Muy recomendadas.
Todos los amantes del surrealismo estamos de enhorabuena por esta fantástica exposición.
MODA PARA SEDUCIR Y ENAMORAR
La moda, además de industria, es creatividad, magia y fantasía; de ahí mi pasión por la moda.
Fiel a mi línea de mezclar arte y moda, la diseñadora venezolana afincada en Nueva York, Carolina Herrera recrea un mundo oniríco e imaginativo en su última colección otoño-invierno 2015-16, bautizada HerreraLive, en la que los tejidos parecen moverse como las olas del mar. Curvas concéntricas, a modo de ondas, se extienden sobre las telas: lana, chiffon o seda.
El impacto de las gotas sobre la superficie del agua da lugar a burbujas de diferentes tamaños que Carolina Herrera recrea con una apariencia acuosa, tipo mármol, en los tejidos.
Se simula el movimiento del agua por medio del color y la forma en los vivos de las faldas, volúmenes en las mangas y volantes u ondas al agua en las faldas de los vestidos de noche. Además, usa el acabado brillante y efecto óptico de reflejos ondulantes del astracán para adornar prendas confeccionadas en cachemire.
Carolina Herrera tiene siempre colecciones eternamente femeninas y atemporales, a mi parecer, como el erotismo y la muerte. Creaciones que respiran feminidad y elegancia a todos los niveles. En este caso, un buen vestido requiere un buen espejo en el que mirar la mejor imagen de nosotras mismas.
El mar, el agua, ha sido la fuente de inspiración de Carolina Herrera en su última colección presentada en la Semana de la Moda de Nueva York. ¿Qué tendrá el mar? frescura, relajación, inmensidad, misterio…
Es momento de despedir el post con el poeta del siglo XV, Jorge Manrique, y sus «Coplas a la muerte de su padre», su obra maestra, a raíz del fallecimiento de su padre, el Maestre don Rodrigo (1476).
Compara mediante una metáfora la vida con un río y la muerte con el mar: «El río sigue su curso hasta el mar como la vida que es un camino hacia el morir».
Medita sobre la brevedad de la vida, el paso del tiempo y la muerte. Nos recomienda una aceptación serena de la muerte, que es tránsito a la vida eterna.
«Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos»